El idealismo vuelve a fracasar

    Edward Moreno OpiniónPor: Edward Fernando Moreno             

 

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Nota: Primer cara a cara entre Zelenski y Putin. Tomado de: El periódico de Catalunya, 2019.

Todos y todas hemos sido espectadores de los horrores ocurridos en Ucrania en las últimas semanas. ¡Claro!, hay consternación mundial porque ocurrió en Europa, porque por allá debajo del tapete se ocultan los hechos brutales y criminales en contra del pueblo palestino, sirio, libio y «demás gentuza terrorista» que no le importa a Occidente. Luego de que en el 2020 en todo el mundo la lucha contra la pandemia fue heroica, la salud pasó a ser la principal prioridad en las agendas gubernamentales en aras de proteger la vida humana. La sociedad global convive entre la zozobra y la esperanza de un futuro incierto, que deja frases memorables de superación como: «luego de la pandemia seremos mejores personas», y pues bueno, como ya saben unos meses después vendría Rusia en cabeza de Vladimir Putin a defecarse en tanta utopía.

«Como especie los seres humanos somos inviables, es inaudito que luego de cuidarnos tanto del COVID - 19, inmediatamente después cuando retorna de a poco la normalidad comiencen a sonar de nuevo las trompetas de guerra».

Y sí, son las mismas guerras absurdas de siglo XIX y XX entre imperios que buscan expandir su poder en tierras ajenas, pareciera como que se repite la historia. Entonces, las personas al ver al mediodía a Juan Diego Alvira en Noticias Caracol comunicando tanta barbaridad de Rusia hacia el pueblo ucraniano, se cuestionan qué tan válidas son las razones de Rusia para bombardear a Ucrania y a su población civil. Para aclarar aquellas razones de forma breve, es necesario resaltar en primer lugar un aspecto histórico: desde el inicio de los zares en el Imperio Ruso en el siglo XVII y en épocas de Pedro el Grande, se buscó una expansión social y cultural «de lo ruso» a países bálticos, de Europa Oriental y de Eurasia. Desde dicho Imperio hasta la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas con Stalin, se aplicó una nociva estrategia de llevar ciudadanos rusos hacia aquellos países para expandir su legado en todos los sentidos que, como consecuencia, dividiría y enfrentaría a pueblos de una misma nación. En segundo lugar:

«El conflicto ruso – ucraniano actual tiene un factor muy grande de incumplimientos de acuerdos y tratados de origen principalmente idealista».

Por una parte, comenzaba un mundo donde la URRS sería borrado del ajedrez geopolítico a inicios de la década del 90 y, por otra, la globalización tendría un importante sello idealista que buscaba básicamente que la sociedad internacional estuviera conectada y mancomunada hacia una noción de «paz perpetua», donde el imperio de la ley fortalecería a las instituciones internacionales ante el estado de anarquía imperante.

Imagen: Caída del Muro de Berlín, 1989, máximo símbolo de la disolución de la Unión Soviética. 

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                   Nota: La desintegración de la URSS: el final de la guerra. Tomado de: HistoriaE, 2014.

Así que, de ese modo, se esperaba apelar al altruismo, la confianza y a la buena naturaleza del ser humano para detener el tenso estado de alerta ante el desarrollo nuclear existente, mediante tratados de desarme nuclear en donde se establecieron reglas de juego claras que incluían ciertas condiciones sustentadas por la garantía de cumplimiento. De esta manera, en 1994, se firmó el tratado de Budapest entre Rusia y Ucrania, en el que se estableció principalmente que Ucrania cedía su armamento nuclear a cambio de que existiera la garantía de que Rusia jamás intentara invadir suelo ucraniano. Suena de fondo la canción «color esperanza» de Diego Torres y, ¡qué viva el bienestar, la paz eterna y la soberanía de la nación ucraniana!

En Ucrania pecaron por las ganas que tenían de reconocimiento internacional occidental, y también por su exceso de confianza en el proyecto idealista, por el respeto a los tratados que creían seguros, pero que al final quedarían más deslegitimados que nunca. De modo que siempre he creído que la ley se soporta en demasía en la fuerza, y pues esta no fue la excepción en medio de un escenario internacional ingobernable donde se impone el más fuerte.

En conclusión, el idealismo como un paradigma que busca organizar la sociedad internacional, en donde se evita la guerra mediante el orden legal y apelando a qué tan filantrópica es la sociedad y sus líderes, ha vuelto a fracasar. Tal cual como el proyecto utópico de Woodrow Wilson en 1918, que con sus 14 postulados de paz se originó el nuevo orden mundial con la Sociedad de Naciones, que se mostró incapaz de frenar a tiempo al fascismo y al totalitarismo genocida, así como también la OTAN le incumplió a Rusia de que a cambio de su desarme nuclear ellos no invadieran espacio de influencia ruso en Europa Oriental.

Imagen: Expansión de la zona de influencia de la OTAN cada vez más cerca de Rusia.

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 Nota: Cómo la OTAN se expandió hacia el Este. Tomado de: Statista, 2022.

Al parecer la historia se repite en nuestra cara y el realismo se impone en las decisiones de los actores internacionales para mal.

 ¿Será que el siglo XXI ya comenzó? Estamos enfrascados en lo mismo mientras nuestro planeta está en una lenta agonía, ¡qué lamentable!

 

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