Mis pequeñas dudas

Por: Ana María Rodríguez Lozano

Recuerdo ese 26 de noviembre del 2022 como si fuera ayer. Fue ese día que me llegó el correo de la Universidad en el que se me informaba que me aceptaban y me daban la bienvenida al programa de Ingeniería de sistemas; sí, como lo acaban de leer, de Ingeniería de sistemas.

Meses atrás de esta fecha seguía en el colegio y durante todos los días restantes a mi último año de formación como bachiller me topé con el profesor Diego Riaño, quien me dictaba matemáticas. Era muy común que él siempre llegara al salón de clase y nos encontrara en nuestras mesas de trabajo formando una U. Se tomaba el tiempo de pasar por nuestro lado, estirando su mano y dándonos un cálido apretón que venía acompañado de una pregunta: “¿Ya sabe qué va a estudiar?”, a lo que le respondíamos: sí. Recuerdo que mi respuesta siempre fue: Ciencias de la computación, pues consideraba que mi desempeño en esta área era bueno.

Sin embargo, eso creí hasta que tuve la oportunidad de ser la Personera del colegio y esta mágica experiencia me llevó a descubrir que me gustaba escribir, expresarme y ser portadora de aquel sentimiento que me ayudaba a expresar mis pensamientos. De hecho, tuve la posibilidad de redactar las palabras de despedida de ese año escolar. Fue la responsabilidad más grande que había sentido en mi vida, pero aun así fue lo más sincero que escribí para mis compañeros y por supuesto para mí. Incluso, fue exactamente ese momento el cual me hizo dudar realmente qué quería estudiar, qué era realmente lo que buscaba y qué me haría feliz durante el resto de mi vida.

Al final decidí estudiar Comunicación Social y Periodismo, aunque me habían inculcado que ser periodista era una pérdida de tiempo, un trabajo mal pago, e incluso algo fácil. La gente tiene otra perspectiva de qué es realmente un periodista y, si les soy sincera, tenía tan metido eso en mi cabeza que sentía que fracasaría, pero la verdad es que no fue así. Leer ‘Los cinco sentidos del periodista’ me hizo caer en cuenta de la valentía que adquirimos durante nuestro proceso de formación, las carencias y dificultades que se tienen que pasar para llevarle a cada uno de ustedes una información que sea verdaderamente digna de contar y analizar.

Este semestre tuvimos que indagar por un barrio llamado Versalles, para muchos peligroso, para otros familiar, fue todo un reto, no les miento, pues allí tuvimos que vencer nuestros miedos, miedos que nos había causado la mala información de aquellos que creían conocer este sector. En este punto fue en el que analicé realmente que debía conocerlo directamente sin escuchar los comentarios de nadie, sabía que debía empaparme de la historia de aquel lugar y por qué no familiarizarme con sus habitantes, tal cual como el mismo Kapuściński lo cuenta en todas sus experiencias.

Era consciente de que se vendrían grandes retos y adversidades, pero jamás fueron impedimento para mí, puesto que tomaba como ejemplo los tropiezos de Kapuscinski en las guerras que tuvo que vivir para ser consciente de la realidad de la que pocos estarían enterados. Y lo peor es que el libro me enseñó que la ignorancia ha estado desde siempre, se preguntarán por qué, la respuesta es simple y concreta: las personas que tienen diferentes oficios creen que el suyo es mejor que el de nosotros y no es así, ningún oficio es mejor que el otro, simplemente es que aquellos no aguantan las humillaciones públicas ante millones de personas que se sientan a ver el noticiero o incluso de aquellos que aún siguen esperando la verdad en las columnas de un periódico.

‘Los cinco sentidos del periodista’ es un libro que te cambia la mentalidad en seguida, por medio de sus oraciones y párrafos que llevan la gran historia periodística. Con él aprendí que para sacar un buen libro se necesitan mínimo 10 años de experiencia y por lo menos ponerse en los zapatos de aquellos diferentes a nuestra raza, cultura y país.

En conclusión, hablo desde mi punto de vista como una periodista que ha aplicado cada consejo que me dejó este libro lleno de anécdotas, en el cual la magia de imaginar lo que pasaba mientras leía me daba la oportunidad de pensar en lo poco que valoran nuestro trabajo. Un buen periodista sabrá observar situaciones que solo él aprovechará de tal manera que se convertirá en una aventura. Nuestro trabajo a veces se vuelve más peligroso de lo habitual, por eso, para ninguno es un secreto que tomamos brevemente nota de cada día, narrando la magia y la amenaza que nos podamos encontrar en cualquier lugar.

 

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