De la toga a la cámara

Escrito por: Laura Valentina Vásquez Riveros

Nestor Rosania, el abogado que abandonó el derecho para perseguir su verdadera pasión

 Entrevista 1

Néstor Rosania, abogado especializado en seguridad y defensa nacional, optó por estudiar derecho en su juventud. Sin embargo, su verdadera pasión se inclinaba hacia el periodismo. Comenzó su carrera como analista político en Cable Noticias, posteriormente ejerció como columnista en el periódico El Heraldo de Barranquilla y actualmente desempeña este papel en Noticias RCN.

Su experiencia no se limita al ámbito nacional, habiendo desempeñado roles diversos en medios internacionales. Actualmente, lidera un proyecto independiente denominado Periodismo de Conflictos, centrado en facilitar la cobertura del conflicto en el Sáhara Occidental, al sur de Argelia, organizando viajes para periodistas interesados en el tema. Cabe destacar que actualmente también ejerce como docente en la Universidad Externado de Colombia.

L.V: ¿Qué requiere un profesional para ser competitivo en el área del periodismo de conflictos?

N.R: Creo que son tres aspectos. Primero que tenga un alto nivel de estudio de análisis de contexto. Actualmente, existe un déficit en términos del estudio alrededor de la política internacional y los temas “de fondo”. Creo que las facultades de periodismo se quedan con mucha forma y falta mayor profundidad para otorgar a los estudiantes. Considero que un profesional tiene que profundizar en ese tipo de estudios. Por ejemplo, los conflictos del medio oriente, África, Estados Unidos, América Latina, de política exterior, etc. Creo que esa es la base.

Lo segundo es obtener el hábito de constituir una agenda de salidas de campo y al territorio por parte de las facultades de periodismo y los profesionales. Es algo que no se implementa y hace mucha falta. Hay gente que habla del conflicto colombiano pero nunca ha ido a las regiones. Hablan desde un computador y la comodidad de una sala de redacción en las ciudades capitales. Eso precisamente es lo que yo hago; tener una base académica y añadirle las salidas de campo. Ese es el “plus” del trabajo que hago.

Y lo tercero es tener una línea editorial muy responsable frente a un principio que debería ser la ética del periodismo que abarca los derechos humanos. Digo eso porque uno ve que en Colombia y en el exterior existen agendas informativas que son ideológicas, (si el medio es de izquierda o de derecha), viendo así los derechos humanos según la coyuntura de quien está en el poder. Entonces, considero que el periodismo debería hacer una agenda que circule alrededor de los derechos humanos y las víctimas, independientemente de quién sea el victimario.

Entrevista 2

 L.V: ¿Cuál es la rutina periodística de un profesional que trabaja en el cubrimiento de conflictos?

N.R: Eso depende del área de estudio que se maneje, así mismo tienes tu metodología. -Por ejemplo yo que manejo medio oriente- Lo primero es tener un barrido de medios internacionales que le permitan a uno ir construyendo lo que está pasando en tiempo real. Lo segundo es tener contactos como embajadas, fuentes de dicha área de estudio, etc. Y la tercera dimensión de esta metodología implica contar con los fixers, aspecto que considero fundamental en el periodismo, especialmente en el ámbito de la investigación de conflictos armados. El fixer es ese enlace que uno tiene en las regiones, y tener un contacto constante con ellos permite obtener una comprensión del panorama. Además, ellos van preparando lo que serán los viajes de cubrimiento a dichas zonas de conflicto. Con todo eso se puede empezar a elaborar una investigación y partir de ella se pueden construir crónicas, perfiles, noticias o lo que sea necesario.

Yo trabajo sobre todo con crónicas y reportajes, entonces tengo como una parrilla de publicaciones sobre los temas. Además de la columna de opinión que es cada 15 días y es más coyuntural.

L.V: ¿Cómo se acerca usted a las fuentes de información?

N.R: Creo que es uno de los temas más delicados y complejos que hay. Los aspectos principales a tener en cuenta serían tiempo y confianza porque hay periodistas que llegan nuevos a las zonas y tienen mucha ansiedad y estrés por conseguir información rápido. Buscan publicar información mediática rápida y las fuentes no funcionan así. Ellos funcionan a partir del tiempo. Debe existir una relación en la que conozcan quiénes somos y para quién trabajamos.

En este contexto de los conflictos siempre habrá una desconfianza, porque todos los actores armados creen que uno hace parte de la inteligencia de otro grupo, del Estado, de la CIA, etc. Entonces siempre habrá un nivel alto de desconfianza y miedo, por eso al mostrar nuestro trabajo ellos pueden tener la certeza de que somos periodistas y trabajamos para un medio. Así, al volvernos confiables se abren más redes de contactos y fuentes.

Por otro lado, hay un factor muy importante de la escuela de Ryszard Kapuscinski que dice que “un mal humano no puede ser periodista”. Es importante tener empatía frente al dolor humano de las víctimas, porque aún hay muchos colegas que usan una lógica inclinada hacia el amarillismo de dicho dolor humano. Claramente, esto genera rechazo y malestar por parte de la gente hacia los periodistas porque los hace sentirse vulnerados. Quizás con fuentes en contextos diferentes no sería tan complicado, pero en la situación del conflicto todos tienen miedo por su seguridad y la de sus familias. Entonces, es nuestra responsabilidad actuar con empatía y respeto hacia esta población.

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L.V: ¿Qué lo llevó a inclinarse por esta rama del periodismo?

N.R: Yo creo que uno tiene que dedicarse a lo que le apasiona. La gente siempre reacciona sorprendida porque yo soy abogado. Los compañeros que terminaron la carrera conmigo se dedicaron a esa labor; algunos son jueces, otros abogados de entidades públicas y así. Y por otro lado yo soy como “el raro de la promoción”, porque terminé en África cubriendo conflictos con una cámara.

A mí siempre me interesó el tema de entender la guerra en Colombia porque soy hijo de la generación de los 80. O sea que mi infancia y mi adolescencia fue transversal al “Cartel de Cali”, los carros bomba, las tomas guerrilleras, las masacres paramilitares y demás. Esta era una guerra que yo veía todos los días en televisión, pero que iba creciendo y no la entendía tanto. En la Universidad, en Derecho no se ve eso. Entonces, cuando terminé mi carrera, dejé el derecho porque jamás me apasionó. Esa había sido la decisión de un muchacho joven que no sabía qué estudiar. Así que tomé la decisión de dedicarme a la investigación de los conflictos armados, pasando por la transición de investigador y experto a ser “reclutado” por el periodismo. Finalmente me dediqué a ser periodista en el ámbito de los conflictos armados.

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