El joven y el voto
Por: Alejandro Vargas.
Pieza Gráfica: Brayan Quevedo.
Durante nuestros primeros años de vida escuchamos sobre las elecciones presidenciales. Estas votaciones que transcurren cada cuatro años siempre nos dejan caras largas, ya sea por discusiones familiares, por quien es la mejor opción para el país o, simplemente, porque alguno de ellos le tocó ser jurado de votación. Recuerdo con gracia mis días de infante, pegado al televisor pendiente sobre qué candidato iba ganando; como si fuera un gol, celebraba cada boletín informativo que decía que el señor canoso, de gafitas y antioqueño iba punteando en los resultados. Yo ni sabía quién era este señor, únicamente lo apoyaba porque escuchaba a mi abuelo decir que era la mejor opción.
Pasó el tiempo y cumplí mi mayoría de edad. El 13 de marzo de 2022 tomé mis tenis, me aseguré de tener mi cédula en la billetera, respiré profundo y salí decidido a votar. Linda tarde en la que me encontraba, revisé mi teléfono y busqué el lugar en el cual debía ejercer mi derecho al voto; yo no tenía claro dónde quedaba este lugar, así que indagué en Google Maps, y para mi sorpresa me enteré de que estaba a 12 minutos de caminata desde mi hogar. Sinceramente, en el trayecto decidí hacer una pausa y replantear mi acción de voto. Me pregunto: ¿en serio estoy capacitado para votar? ¿Voy a seguir con la tradición del voto familiar sin investigar un poco sus propuestas? ¿Cámara? ¿Senado? ¿Curules? ¿Listas abiertas? ¿Listas cerradas? ¿Circunscripción? Todas estas preguntas me nublaron la cabeza, me dio un poco de impotencia mi desconocimiento político, pero era mi culpa, todo por mi falta de interés.
Como buen colombiano todo lo dejé para lo último. En el transcurso de cinco minutos de reflexión, decido llamar a una compañera; en lo que a mi respecta, es una dura en temas políticos. Después de soportar sus burlas y sus explicaciones para niño chiquito, sigo el consejo que me dio: «Investigue, no regale su voto, recuerde que es valioso y que gracias a él se puede aportar un granito de arena al progreso del país». Estás palabras quedaron en mi mente y asimilarlo era complicado, yo únicamente iba a ejercer por primera ocasión mi derecho al voto, sin saber realmente la gran responsabilidad que esto conlleva.
Las elecciones legislativas fueron el tema de votación en esta ocasión. Si usted es joven y, al igual que yo, estaba bien enredado con este lenguaje tan codificado, tranquilo, sé que a muchos nos sucedió. Es por ello que hoy traigo la mágica frase bomba que nos dejó la 'honorable' María Fernanda Cabal: «¡Estudien vagos!» Espero no se sientan ofendidos, pero me siento identificado. Todo un vago por no estudiar a los candidatos, por no conocer sus propuestas, por no esforzarme un poquito y leer sobre la importancia de las elecciones legislativas. El peor de los vagos por ir a votar por el candidato y partido de preferencia familiar.
Después de la llamada con mi compañera me pongo a indagar en mi teléfono móvil. No se imaginan como me sorprendí cuando investigué al personaje por el cual iba a votar, para resumir un poco, este man no representaba para nada mi ideología, más bien, todo lo contrario. Algo similar me sucedió con el partido que sigue mi familia. En resumidas cuentas, iba a continuar con la tradición familiar de apoyar a los mismos, para que el país siga igual. Me da gracia siempre culpando a los políticos por su mala gestión, y me di cuenta de que realmente la culpa es nuestra, de los ciudadanos, nosotros somos quienes los escogemos, los que aceptamos un tamal y cincuenta mil razones para convertirlos en nuestros representantes.
Finalmente, ya había conseguido un candidato y un partido que tenía afinidad con mis ideologías políticas. Continúo mi camino al lugar de votación con la cabeza en alto y con orgullo llego a mi destino. Al frente de la urna de votación me da una alegría infinita, es satisfactorio tener la conciencia limpia y ejercer dignamente mi derecho al voto. Ahora, para las próximas elecciones presidenciales del 29 de mayo, lo invito a que me recuerde, a que analice este texto y, por favor, independientemente de quien sea su candidato de preferencia, vote a conciencia; es su mejor opción, no entre en las presiones familiares o sociales, es su decisión votar por quien sienta que realmente lo representa.