Por: Valentina Molina y Paula Núñez
Ibagué, la ciudad de la música, el Conservatorio y la cultura, o como se le llama, la Capital Músical de Colombia. El lugar donde los pétalos de ocobos decoran las angostas calles y el olor de tamal y lechona entra por las fosas nasales de sus visitantes, para acompañar el sonido de un bambuco. Pero, en aquella ciudad, el arte y la cultura sobrepasan las tradiciones. El sonido del tiple, ahora, está acompañado por una guitarra eléctrica; y el sabor de la lechona se degusta con un kibet líbanes. En un espacio celebrado en el centro de la capital tolimense, estas palabras se volvieron tangibles. En el Disonarte, los ibaguereños vivieron tres días de aprendizaje, música, pogo, comida, artesanías, y sobre todo, cultura.
Los pasos rápidos provocaban que los inminentes chapoteos fueran más audibles. Tres jóvenes con su cabello pintado y botas negras caminaban, casi trotando, al Panóptico de Ibagué, después de un mes del Ibagué Ciudad Rock, podían asistir a un evento musical en la ciudad, el Disonarte. En su recorrido, se dieron cuenta que el agua iba a ser presencia. La lluvia se había convertido en parte del día a día de la capital tolimense y los charcos de agua eran pruebas fehacientes de ello. Domingo 13, 2:00 P.M. y el cielo tenía un color gris, pero eso no era impedimento para asistir. En medio de sus charlas, sacaron 5,000 pesos de sus bolsillos, pagaron las boletas y entraron al sector cultural del Panóptico.
Levantaron la mirada y vieron el exterior del Panóptico, unas ventanas que anteriormente eran las de una celda carcelaria, pero desde el 2022, están llenas de colores que transportan al ibaguereño a un espacio de cultura. Aquel lugar que desde que nacieron había sido sinónimo de corrupción, albergaba uno de los eventos que esperan cada año, el Disonarte. Al entrar y caminar por el espacio, se contagiaron del ambiente y se dieron cuenta que estaban listos para disfrutar del día dos y de sus artistas favoritos: Exequia, La Real del sonido y Herencia de Timbiqui.

Antes de iniciar el Disonarte día 2. Foto por: Paula Núñez.
El pogo los dejó exhaustos, porque las fuertes guitarras y potentes notas musicales del death metal de Exequia llenaron de adrenalina a cada persona que estaba en el recinto. Los primeros artistas marcaron el inicio de lo que sería la tarde. En medio de disfrutar la música, comer las empanadas veganas, que se encontraban en la zona gastronómica del festival y ver algunas artesanías, los jóvenes se preparaban para escuchar al segundo artista del día: Afro Malanga. No conocían con exactitud quién era la banda local, pero debido al nombre suponían que podrían traer un contraste tropical al metal de Exequia. Cuando la agrupación puso sus pies en el escenario, debido al vestuario e instrumentos, pudieron confirmar que traerían una parte del caribe a Ibagué. Pasaban las canciones, los tambores, las maracas e instrumentos que para muchos no conocían su nombre. Otros asistentes con sus caras pintadas bailaban al ritmo de la música.
“Trajimos a Daniela desde Palomino para todos ustedes. Nos va a regalar una hermosa canción en susu, que habla del espíritu del agua que siempre está presente en todo nosotros, esperamos que hoy no nos acompañe”, dijo uno de los integrantes de la agrupación, antes de tocar una de sus canciones. En medio de la interpretación, como la canción invocó al espíritu y la lluvia acarició la cara de todos los asistentes. Los tres jóvenes no se dejaron apagar por ello y en medio de las gotas bailaron y sintieron la música, porque una situación como esta representaba la magia del festival y lo que depararía para este.

El origen de un universo cultural
Detrás del show musical, se esconde una historia más extensa y que sobrepasa el impacto cultura y busca ser plataforma para distintos sectores económicos El Disonarte es una plataforma creada hace 8 años con el fin de ampliar el desarrollo socioeconómico de la industria cultural, creativa y musical de la ciudad de Ibagué y a su vez en todo el país.
Además, de la música se realizó el Encuentro de Negocios (ENDI), el cual es un espacio de reunión para profesionales de la música, incluidos representantes de festivales, sellos discográficos, managers, artistas y entre otros. Este programa de negocios se llevó a cabo los días 11 y 12 de noviembre en la Zona Musical de ADN Capital y cuyo objetivo fue generar espacios como entrevistas, encuentros y relaciones asociativas que permitan alianzas estratégicas para el desarrollo de futuros proyectos con fines de publicidad, comerciales y de comunicación.
En esta octava versión del Disonarte se pudieron disfrutar de tres días de presentaciones de artistas nacionales y locales, feria de emprendimientos, zona gastronómica y encuentros de negocios. El punto de encuentro para disfrutar de este festival fue el Complejo Cultural Panóptico de Ibagué y la Zona Musical de ADN Capital. A diferencia de la versión del año pasado, la cual solo se llevó a cabo un día en la ciudad musical, ya que se realizó una gira en diferentes ciudades del país, con el fin de dar a conocer solistas, agrupaciones, duetos y músicos ibaguereños.
El detrás de un universo cultural
Detrás de todo aquello que los asistentes observaban existía el trabajo de los miembros de logística y organizadores, quienes durante seis meses planearon y trabajaron en el evento. Para lograrlo, existieron “diferentes áreas especializadas en cada campo. Teníamos una producción logística, de campo, artística, técnica, de bienestar, comunicaciones y comercial”, aseguró Andrés Reina, productor logístico del festival. Varias personas dueñas del detrás del universo cultural del Disonarte, también han tomado su experiencia en otros eventos de la región como el Mangostino de Oro y el Ibagué Ciudad Rock para llevarle a los ibaguereños un espacio de música y cultura. La buena labor logística la percibieron los asistentes, porque evidenciaron la calidad visual de la tarima, los espacios de descanso y la buena publicidad que se dio sobre el festival.

Tarima del Disonarte. Foto por: Paula Núñez.
Escucha las palabras del productor logístico del Disonarte, Andrés Reina:
Para llevar a cabo el festival, la organización utilizó recursos de sus patrocinadores, porque si bien los asistentes tuvieron que pagar 5,000 pesos de manera simbólica, el presupuesto salió de: la Alcaldía, Gobernación, Eco Music Sound, el Ministerio de Cultura, entre otros. Durante el festival, los miembros de logística deseaban que este fuera un evento que permitiera “pasar un rato agradable con familia y amigos, mientras se disfruta de buena música, comida y observar los emprendimientos de algunos ibaguereños”, como describió Guillermo Becerra. Asimismo, este se vuelve una alternativa para la industria musical y artística, porque permite profesionalizar distintos campos en Ibagué.
Mientras los asistentes cantaban y algunos pogueaban en el transcurso de los dos días, los miembros de logística evidenciaban el reto que les traía el Panóptico como lugar de realización del evento. Principalmente, este es un espacio público, por tanto la seguridad se complicaba un poco, pero los asistentes tuvieron un excelente comportamiento y el trabajo de los organizadores se facilitó. Por tanto, desde sus puestos también pudieron disfrutar de los artistas, la comida y los emprendimientos.
El escenario, corazón de los artistas
El rock, indie, pop, ska, metal y cumbia fueron algunos de los géneros que hicieron parte del festival y pusieron a bailar a los ibaguereños. Para ser parte del Disonarte, los artistas locales pasaron una convocatoria y los artistas nacionales fueron invitados por la organización. Las agrupaciones ibaguereñas que transmitieron su energía en la tarima fueron: Ultra, caracterizada por ser de metal; Nada que perder; Ostinato; Exequia; Kalato García; Salvo Patria; Afro Malanga; Vox Fractal y Dj Guitto. De otros lugares del país, hicieron presencia: Enkelé, de Bucaramanga; La Real del Sonido, de Bogotá; Le Bigsur, de Bogotá; La Muchacha, de Manizales y los más esperados del festival, Herencia de Timbiquí, del Cauca.
Herencia de Timbiquí en el Disonarte. Foto por: Paula Núñez.
En el transcurso de los dos días, se vivió un ambiente “muy chimba, hubo harto pogo y las agrupaciones fueron muy buenas”, como describió uno de los asistentes. La energía estaba presente en cada una de las presentaciones, los asistentes se “pogueaban hasta una cumbia”. En el segundo día del festival, los jóvenes y jóvenes adultos se tomaron el Panóptico de Ibagué y en el tercer día, las familias desde tempranas horas de la tarde guardaron su lugar en el recinto para poder escuchar a la agrupación esperada por todos, Herencia de Timbiquí.
Al igual que los asistentes, los artistas sintieron el calor del público y transmitieron energía desde la tarima. Estar en la octava edición del Disonarte significaba un elemento especial para las distintas agrupaciones.Escucha las palabras de las agrupaciones locales, Ostinato y Exequia sobre su participación en el festival y planes a futuro:
Escucha la opinión de Ostinato sobre el Disonarte:
Escucha a Exequia sobre su participación en el festival:
La gastronomía y los emprendimientos hicieron parte importante del Disonarte, pero aquello que brilló y atrajó a los asistentes fue la música. Los ibaguereños se acercaron al evento, para mover sus cabezas, cantar, bailar o poguear. En la Capital Musical de Colombia, estos eventos aportan a este nombre y a su título de Ciudad Creativa de la UNESCO. Asimismo, es una plataforma para evidenciar el talento tolimense y la diversidad musical que los artistas de la región tienen; también, permite que los habitantes de la ciudad puedan ver las presentaciones de artistas nacionales.
Gastronomía y emprendimientos: Una solución al desempleo en Ibagué
Al caminar por los distintos sectores del festival, los asistentes disfrutaban de la música y la buena comida, porque ese era el verdadero objetivo de sus organizadores. Como afirmó Guillermo Becerra, miembro de logística del festival: “En general, aquí no hay temas solamente musicales, sino que hay emprendimientos y zonas de comidas. El ambiente del Panóptico combina con estos puntos y hace un clima agradable para los asistentes al festival”. En medio de la división crucifija de las afueras del Panóptico, se encontraban cuatro sectores que brindaban a los ibaguereños distintas formas de entretenimiento. Los asistentes comieron en la zona gastronómica, compraron camisetas en la zona de emprendimientos, disfrutaron en la zona de djs y poguearon en la tarima principal.
Zona gastronómica del Disonarte. Foto por: Paula Núñez.
El Tolima es reconocido por su gastronomía tradicional, el tamal y la lechona se han convertido en el símbolo de los tolimenses y la herencia de nuestros antepasados. Es por eso, que la capital musical no se quiere quedar en una sola etiqueta, quiere ser una ciudad que le apuesta a una gastronomía más creativa y diversa que permitirá atraer más turismo.
Por otro lado, la creatividad de los ibaguereños no se queda atrás y para poder sobrevivir buscan maneras de generar ingresos que les permita tener una mejor calidad de vida y hacer lo que les gusta, entonces deciden crear emprendimientos que van dirigidos para todos los gustos, desde manualidades, accesorios, ropa, peinados y también para las mascotas. En esta edición el festival contó con una zona gastronómica y feria de emprendimientos, que permitió que cada uno de los stand que se encontraban allí participando pudieran darse a conocer entre los asistentes del Disonarte.
Escucha a Marlenys Becerra Moreno, dueña de la esquina de la trenza:
Escucha a Tatiana Machado, Dueña de chipi chip:
Escucha al emprendimiento Master of Burger:
La participación de los emprendimientos le dan un panorama diferente e innovador al festival, ya que los asistentes no solo podrán ver a sus bandas y artistas favoritos, sino que podrán comprar comida, entre otras cosas que les permitirá amenizar su experiencia en el festival.
Festivales = Música y cultura
Ibagué, la Ciudad Musical de Colombia, debido a su amplio e importante carácter cultural y artístico es considerada el referente por su agenda festiva. Cada año, más personas se movilizan, para poder disfrutar de los festivales tanto públicos como privados. Aunque es claro que no es fácil crear cultura en Colombia, en Ibagué se cultivan desde hace décadas muchas celebraciones, mientras por otro lado constantemente aparecen nuevas condiciones que permiten que sean más inclusivas las celebraciones de los festivales.
Las formas de expresión como la danza, el teatro, la literatura, el cine y la música, que hacen honor a su título, se dan cita cada año con contenidos que van desde el entretenimiento hasta la ciencia. Es por eso, que actualmente hay alrededor de más de 30 festivales en toda la ciudad. Ibagué, como la "Ciudad Musical de Colombia", en particular gracias a los géneros que combinan la tradición con la alternativa, ofrece una programación que educa a los oyentes de todas las edades y deja claro que no hay diferencias entre ellos y que entre todos somos más.
Vivir el Disonarte. Foto por: Paula Núñez.