#SOSMOCOA "Tenemos una cosa en común, todos queremos ayudar"

 Por: Daniela Jaramillo Villalobos.


En esta crónica se da a conocer la manera en que Sara Meza, mocoana que reside en Ibagué, se entera de la avalancha sucedida el 31 de mayo; así como, la articulación de jóvenes mocoanos de diferentes ciudades del país para actuar en pro de sus amigos, familas y conciudadanos damnificados.


Hubo una avalancha en Mocoa

“Madre: Hijaaaa hijaaaaa. Enviado a las 12:30 am”. Eso fue la notificación que vi en whatsapp la noche del viernes 31 de marzo. Se me hizo muy extraño porque mi mamá nunca me escribe tan tarde. “Hola madre como estás”, le respondí. Pude notar que este mensaje no le llegó, entonces le marqué al celular y estaba apagado. Abrí la aplicación de Facebook y empecé a ver todo lo que las personas estaban compartiendo. Ahí me enteré de lo que estaba pasando. Sin embargo en ese momento no entendía la magnitud de la situación en Mocoa.

A la 1:30 am por fin me pude comunicar con mi mamá. Ella estaba llorando y me decía que no quería salir de la casa. Era peligroso porque detrás de mi casa pasa una quebrada. Llamé a una de mis tías para avisarle cómo estaba mi mamá y ella fue a sacarla de la casa. La angustia era terrible. Tenía una primita que estaba en el lugar que se vio más afectado. Entre ellos se ayudaron bastante aunque tuvimos pérdidas materiales, gracias a Dios todo se pudo solucionar y no hubo entre los miembros de mi familia ningún herido.

Me sentía impotente de no poder ayudar, por eso se me ocurrió ir a la Cruz Roja para preguntar qué podía hacer. “Desde la Cruz Roja Colombiana no se está recogiendo ningún tipo de donación, hasta el momento, pero desde nuestra seccional vamos a colaborarle” me dijeron.

Cité a las 2 de la tarde a la mayor cantidad de compañeros míos, estudiantes de la Universidad del Tolima, que nacieron en Mocoa, en total fueron 24. Estuvimos hablando y estuvimos de acuerdo en empezar a hacer la recolección de ayudas ahí mismo en la Universidad. Conseguir los permisos, gestionar con el rector y difundir la información fue posible gracias a mi profesor, el Doctor Flórez.

Empezamos a trabajar y se fueron sumando más personas, algunos de otras universidades, como la Universidad de Ibagué, Universidad Cooperativa de Colombia, etc. Las ayudas empezaron a llegar masivamente. También, empecé a recibir bastante apoyo por parte de profesores “Sara, no te preocupes, estamos contigo” “Sara, ¿Cómo está tu familia?” “Me gustaría ayudar, qué donaciones están recibiendo?”. Estoy muy agradecida con ellos y con mis compañeros de semestre porque han estado pendientes de mí y de mi familia, de mis amigos, de mi gente y de mi pueblo.

 

Fotografías: Catalina González, mocoana

 

Nos conectamos jóvenes de diferentes ciudades

A través de whatsapp jóvenes de Mocoa que están estudiando en diferentes lugares del país empezaron a contactarse y a manifestarse mutuamente su preocupación y deseo de ayudar.Fue así como creamos un grupo, en esta aplicación, en el que nos encontrábamos 250 jóvenes. Creo que el que inició todo eso fue un estudiante de Manizales, Cristian España.

Como era tan difícil hablar tantas personas en un mismo chat, nombramos coordinadores por ciudades. Yo quedé como coordinadora de Ibagué. En 17 ciudades del país había jóvenes oriundos de Mocoa trabajando por recoger ayudas para las familias damnificadas. Algunas de las ciudades son Bogotá, Medellín, Cúcuta, Tunja, Tuluá... la última que se unió fue Pitalito.

Decidimos realizar este trabajo de manera independiente, no junto a ningún político o institución. Solamente el ejército nos colabora con el cargue y descargue de las ayudas y a veces con el transporte de estas, pero no estamos interesados en aliarnos con ninguna entidad de este tipo porque en circunstancias como estas muchos actúan de mala fe.

 

Viajé a Mocoa

Continué comunicándome con mi familia y les comenté acerca de lo que estaba haciendo. Mi madre me dijo que allá en Mocoa se necesitaban muchas manos. Ella me había estado tratando de describir cómo estaba la situación allá. “Los supermercados están cerrados” fue una de las cosas que me dijo, por eso antes de irme hice mercado. Salí de Ibagué el lunes 3 de abril, a las 2 de la tarde. Llegué en bus hasta Neiva y allá me encontré con dos compañeras. Las tres nos dirigimos en bus hasta Mocoa.

Cuando nos íbamos a acercando a nuestra ciudad, el conductor debía tener cada vez más cuidado, habían varios puentes improvisados, porque los otros habían colapsado. Estábamos viajando a horas de la madrugada y por eso no había mucha congestión en la vía, los camiones con ayudas llegan más que todo el día.

4 am del martes, llegamos a Mocoa. No pudimos llegar al terminal. Ya no existe. Estaba ubicado en una de las zonas más afectadas. La primera imagen fue increíble, era devastadora. Lo comparaba en mi mente con la última vez que lo vi. Empezaba a buscar con la mirada, desde la ventana del bus, los lugares que conocía, las casas de mis amigos, un puente, un edificio y ya no había nada, ya no existían. Tuvimos que caminar porque los taxis no estaban trabajando por la ausencia de combustible. Y estábamos a oscuras porque no hay energía, así como tampoco hay agua.

Mi maleta, y la de mis compañeras, estaba muy pesada, ahí llevábamos alimentos e implementos de aseo para nuestras familias. Por eso contactamos a nuestras familias para que fueran hasta donde estábamos y nos ayudaran a llevar todo el equipaje.

Después de una larga caminata, llegamos al barrio Villa Colombia, a mi casa. Descansé un poco. Algunos de nuestros familiares estaban en zona de riesgo, entonces mis padres los recibieron en nuestra casa. Esa noche éramos 10 personas durmiendo en esa casa. ¿Qué podía tener en mi mente en ese momento? Confusión. Me duele mucho ver a mi familia así, a mi gente así.

Empezamos a trabajar en Mocoa

Desde las 6 am comencé a ayudar en lo que podía. Así como yo, varios de los jóvenes mocoanos que residen en otras ciudades se desplazaron hasta allá. Me conseguí los contactos de los rectores de todas las instituciones de la ciudad, las cuales son públicas y coordinamos con ellos la realización de censos teniendo en cuenta los listados de estudiantes.

Profesores, rectores, padres de familia y jóvenes de Mocoa empezaron a ir a hospitales, albergues y diferentes zonas de la ciudad identificando a sus estudiantes y sus respectivas familias. Encontramos historias muy tristes, mucha necesidad y a muchas personas que no quieren salir de sus casas porque están tratando de recuperar lo poco que les queda.

Hicimos un centro de acopio en la institución educativa Pio Doce en la sección primaria. Logramos gestionar este sitio porque en la sección secundaria tienen instalado un centro de crisis de la Defensa Civil y es uno de los pocos lugares donde hay energía porque tienen una planta. Aquí depositamos y clasificamos las ayudas que llegan, y luego las llevamos con nombre propio a las personas que previamente identificamos.

También ayudamos a crear una especie de albergue para las personas que están cerca a los cementerios. Estas personas estaban empezando a adquirir enfermedades debido a la gran cantidad de muertos que hay. Allí había muchos niños, los cuales estaban sufriendo de enfermedades respiratorias y enfermedades diarreicas agudas. El mayor apoyo que hemos tenido para la atención en este albergue es el Doctor Roberto Vallejo que ha ofrecido sus servicios voluntariamente.

Otro de los focos donde hemos llevado ayudas es las ollas comunitarias, las cuales abastecemos con alimentos. De todo lo que hemos hecho lo más importante ha sido tener el contacto directo con los afectados, escuchar sus necesidades, evaluar su caso y entregarles directamente a ellos lo que solicitan. Hemos tratado de ser muy ordenados e incluso de tomar fotografías y grabar videos para que quienes nos colaboran con donaciones tengan la seguridad de que estamos haciendo un buen trabajo. Notamos cómo muchas personas que no requieren verdaderamente las ayudas quieren aprovecharse y nuestro deseo es prestarles ayuda a las personas que realmente la están necesitando.

 

Hoy, varios días despues, pienso que...

Han pasado varios días desde la avalancha. Me duele mucho ver a mi familia así, a mi gente así. No me parece una bonita experiencia. La verdad desearía nunca haber pasado por esta situación. Pero, pues, de las malas experiencias también nos sirven para crecer, ¿no? Lo que yo estoy tratando de hacer es apoyar en lo que más pueda. Y no tengo cómo agradecerle a todas las personas que están colaborando, que están donando y que hacen parte de este equipo que hemos conformado, todos tenemos una cosa en común, todos queremos ayudar.

NOTA: SARA EXPRESA QUE LO QUE IDENTIFICAN EN ESTE MOMENTO COMO URGENCIA ES LA CARENCIA DE MEDICAMENTOS. SI DESEA COLABORAR AQUÍ PUEDE CONOCER LA LISTA DE MEDICAMENTOS, JUNTO CON EL NÚMERO Y CORREO ELECTRÓNICO DE CONTACTO DE SARA VALERIA MEZA MENESES.

 


Por: Daniela Jaramillo Villalobos. Estudiantes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué.

Fotografías y video: Suministradas por Sara Meza.

 

 

 

 

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