La identidad de un país, en un “Séptimazo”

 La Séptima – cultura, arte, recreación y gastronomía. La Séptima, un lugar donde se encontrará un resumen de lo encantador y deleitante de la ciudad capital de Colombia.

Por: Paula Vargas.


Un sendero con grandes anécdotas de fondo, grandes transformaciones arquitectónicas y culturales, cambios físicos y estéticos; que forjan de esta manera la identidad de los bogotanos. La carrera Séptima es sin duda la avenida más importante de la capital colombiana ya que gracias a ésta la ciudad se extendió de sur a norte; desde el barrio 20 de Julio hasta La Caro. En su ambiente no solo se siente la historia, también se respira la cultura en su máxima expresión; durante un recorrido no tan largo se pueden escuchar diferentes acentos, probar varios platos y escuchar distintos ritmos musicales.

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Rodeada de monumentos históricos y símbolos de poder, la Séptima refleja la diversidad y pluralidad bogotana. Por sus calles caminan todo tipo de personas, sin importar clases sociales ni condiciones; abogados, vendedores ambulantes, empresarios, fotógrafos, periodistas, pintores, músicos y poetas; un sin número de personas que utilizan y recorren la Séptima. Transitar por esta calle, es encontrarse con parques, plazas, restaurantes, colegios, universidades, museos, edificios, y muchos lugares vitales para la cultura y la expresión ciudadana.

Pero para conocer La Séptima no solo es necesario saber de ella sino también vivirla, por esta razón decidí salir de la rutina y acercarme a este lugar; a las 11 de la mañana comencé el recorrido. Para llegar allí una de las mejores opciones es el Transmilenio, así que me bajé y caminé por la Avenida Jiménez hasta llegar a la Séptima topándome de frente con el edificio de El Tiempo, la multitud de personas; vendedores ambulantes ofreciendo: salpicón, mango biche, helados, minutos. Personas que día a día trabajan pintándose la cara o el cuerpo completo haciéndose pasar por estatuas para recolectar monedas a lo largo de la jornada; también están los hombres que se disfrazan ya sea de muñecos de programas de televisión o de películas para cobrar fotografías a solo mil pesos.

Decidí comenzar el recorrido dirigiéndome hacia la Plaza de Bolívar; caminar por este corredor cultural no resulta aburrido, puesto que mientras me acerco a la Plaza observo distintos tipos de arte en la acera. A 10 pasos se puede encontrar al primer grupo de personas dedicadas al dancehall, que, junto con su bafle y una gorra en el piso para recolectar las monedas, pasan todo el día bailando y sacando sonrisas, pues su método para llegar al público es realizar una dramatización de las canciones. Ellos son Andrés y Ricardo, dos personajes algo cerrados para charlar, pero demasiado extrovertidos a la hora de poner su disciplina en práctica; llevan más de 4 años dedicándose a la misma labor sobre la Séptima.
Era 29 de marzo, Jueves Santo y hacia un clima demasiado frío; sin embargo, se veía bastante movimiento de personas sobre La Séptima. A lo largo del camino fui identificando gran variedad de extranjeros y la mayoría de ellos norteamericanos. La segunda parada que realice fue a uno cuantos pasos de los bailarines, pues entre varios puestos de comidas sobre la peatonal es necesario decidirse por alguno, aunque no es sencillo; escogí una oblea y allí encontré gran variedad de cremas, aderezos, e ingredientes adicionales dulces y salados para armar mi postre. Continuando el camino es imposible no detenerse a mirar las pinturas y retratos que un personaje reconocido del sector realiza, pues además de elaborar dichos cuadros también interpreta a Michael Jackson en un acto de baile así que es fácil identificarlo por su vestimenta y peinado.

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A lo largo del trayecto se encuentra un sin número de vendedores ambulantes y muchos locales alrededor, repartidos entre marcas reconocidas o marcas estándar, telas, peluches, cobijas, compra ventas, casas de cambios, artículos para celulares, entre otros.

Uno de los locales más reconocidos es “El Centro Artesanal Plaza de Bolívar”, un lugar lleno de color, donde se siente la cultura de Colombia, artículos hechos a mano con diseños personalizados y exclusivos. También están los locales de piercings y hace más o menos 5 años se encontraban a su vez establecimientos de tatuadores, pero por temas de higiene y comodidad decidieron quitarlos; dejando solamente locales para perforaciones. En este centro artesanal es común encontrar almacenes de joyas y esmeraldas, anillos, pulseras, collares y demás objetos relacionados con el tema. Siguiendo por el pasillo llegué a los locales de comida donde venden empanadas, buñuelos, arepas, Cola y Pola, cerveza, chicha y bastantes cosas más representativas de nuestra ciudad o que son populares entre nosotros.

Un señor joven, vestido de negro y con barba dueño de uno de los locales, al pedirle el respectivo permiso para tomar la fotografía comentó que muchos de ellos no lo permiten ya que los diseños de algunos elementos como pocillos, termos, mochilas y muñecos son originales; sin embargo al comentarle el enfoque del proyecto me permitió, con todo el gusto, tomar las fotografías necesarias.

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Saliendo del centro artesanal hacia La Plaza de Bolívar, a un costado del sendero, estaba el famoso imitador de Carlos Vives, quien es reconocido por su gran parecido tanto en el físico como en la voz con el cantante. Gran cantidad de público tomaba fotografías y grababa, muchos lo habían visto en noticias o artículos. A unos cuantos pasos el Museo del Florero o Museo de la Independencia.

Finalmente, la Plaza de Bolívar, llamada así desde 1846; en este lugar se encuentran 4 monumentos importantes, al norte está el Palacio de Justicia, al sur el Capitolio Nacional (sede del Congreso de la República), al lado oriental están ubicadas la Catedral Primada, la Capilla del Sagrario de la Catedral de Bogotá y el Palacio Arzobispal; por ultimo al occidente, está el Palacio Liévano (Alcaldía Mayor de Bogotá).

En este lugar es usual ver personas leyendo libros sentadas en el suelo, familias tomándose fotografías, extranjeros conociendo un poco acerca de la cultura colombiana, niños jugando tras las palomas, vendedores de globos de helio, comida para los pájaros, burbujas de jabón, hombres que se dedican a lustrar calzado, personas que se dedican a predicar acerca de la biblia, entre otros personajes.

 

Luego de recorrer la Plaza de Bolívar me devolví a mi punto de partida, mientras iba de camino me detuve a mirar unas arañas y animalitos elaborados en un material algo extraño que estaban en el suelo sobre una cobija roja. Me acerqué al personaje que las vendía, su nombre es José; mientras le platicaba acerca del trabajo para poder obtener la fotografía, me contó un poco de la historia que él conocía y terminamos hablando sobre el Tranvía, que entre 1884 y 1948 circulaba por esta calle. Fue el primer medio de transporte masivo de carácter público en Bogotá, y conectaba con Chapinero que en ese tiempo se tomaba como una población diferente y alejada de la ciudad; pero a finales del siglo XIX se integra Chapinero a Bogotá quedando como una sola gracias al tranvía.

La Séptima cuenta con una historia tan bonita como trágica, pues ha sido escenario de sucesos que han cambiado para siempre la historia del país. El 14 de octubre de 1914 fue herido Rafael Uribe Uribe por parte de dos carpinteros (Galarza y Carvajal), quienes lo atacaron dejándolo gravemente lesionado, finalmente murió a la madrugada del otro día. Al pasar los años y hasta el día de hoy, no se sabe cuál fue el autor ni el motivo para acabar con la vida del líder del pueblo. El 9 de abril de 1948, se dio la muerte del Jorge Eliecer Gaitán; suceso que dio origen al llamado “Bogotazo”, una reacción popular que destruyó más de cien edificaciones del centro de la ciudad. El 9 de junio de 1954, mientras una multitud de estudiantes protestaban por la muerte de un compañero, el Batallón Colombia se ubicó en la Séptima frente al edifico Murillo Toro y disparó quitándole la vida a 8 jóvenes; todo esto bajo el mandato de Rojas Pinilla.

V8Seguí mi camino y llegué a la Plazuela Rufino Cuervo, una casa dedicada al filólogo y humanista colombiano Rufino José Cuervo. Es un cuadrado cerrado por tres inmuebles coloniales, dos de estos conforman la Casa de los Derechos y el tercero es la residencia de Manuelita Sáenz. Más adelante se encuentra la calle del Coliseo, donde está ubicado el Museo Colonial. Al caminar por esta calle y esta zona, se siente un ambiente distinto, pues las fachadas antiguas y coloridas de las casas, además de estar en buen estado hacen que se respire como si se estuviera en otro tiempo. Al seguir el camino con toda la gente hacia la misma dirección, me topé con el museo de la moneda y la biblioteca Luis Ángel Arango; en donde se puede aprender acerca de la historia y proceso de creación de monedas y billetes, introduciéndonos un poco al contexto histórico al que pertenecieron.

Finalmente llegué a mi punto inicial, la Avenida Jiménez frente al edificio El Tiempo, y decidí comenzar otro recorrido hacia el lado contrario, es decir hacia el norte. Al comenzar fue inevitable seguir mirando las artesanías que se venden a lo largo del sendero, collares, manillas, aretes y todos estos tejidos a mano y de colores llamativos. Mi siguiente parada fue el edificio Murillo Toro, donde estaba reunida una gran multitud de personas, pues había una banda juvenil tocando algo de rock; con sus guitarras electicas, baterías y micrófonos correspondientes la gente se deleitaba al escuchar su interpretación.

Más adelante, como no es raro vi a otro grupo de personas sentadas en el suelo, me acerque para ver cuál era el motivo; allí se encontraba un hombre haciendo su stand up comedy callejero, por medio de chistes y burlas permitió gozar de una tarde agradable. Luego de 15 minutos decidí continuar con mi marcha, mientras en el camino veía ventas de libros de todo tipo a 2 mil, bufandas, sacos y gorros tejidos de todos los colores, cuadros de personajes reconocidos como Jaime Garzón, Marilyn Monroe, Frida Kahlo y personajes de ficción como Superman, El Guasón, Goku; entre otros.

 

 

Mi siguiente parada, Carrera Séptima con Calle 16: el Parque Santander. Donde lo primero que llamó mi atención fue el Edificio Avianca, considerado uno de los rascacielos de la ciudad y cuenta en su interior con el Museo de la Esmeralda. Frente a éste, se encuentra una plazoleta en la cual se reúnen gran cantidad de skaters a practicar sus acrobacias pues el espacio se presta para este tipo de actividades. Cuenta con la estatua de Francisco de Paula Santander en todo el centro y una hermosa fuente a su respaldo rodeada de bastantes árboles.

Continuando por La Séptima el siguiente lugar para destacar es el Teatro Municipal Jorge Eliecer Gaitán, el cual se inauguró en 1940 y cuenta con una capacidad para 1.685 personas en la sala principal y 54 personas en el teatrino.

Cerrando el recorrido, encontré la Torre Colpatria: icono representativo de la ciudad. Es el segundo edificio más alto de Bogotá, cuenta con 50 pisos que completan una altura de 196 metros. Lo característico de dicho lugar, es la azotea que cuenta con un mirador que se encuentra abierto los fines de semana permitiendo a los habitantes apreciar la belleza de la ciudad y de la sabana de Bogotá.

Al pasar la Torre Colpatria, crucé la calle y subí por el Parque Bicentenario; lugar que muchas de las personas utilizan para descansar, pues es demasiado tranquilo y cuenta con terrazas, jardines, zonas duras y zonas verdes. Es una estructura que fue construida a manera de puente para conectar el centro de la ciudad con el Parque de la Independencia, su organización busca recuperar la ruptura ecológica que se había generado años atrás. En este lugar di fin a mi aventura por uno de los lugares más representativos de Bogotá; pues sin duda alguna, en su recorrido se experimenta la diversidad de todo un país, y se efectúan todo tipo de expresiones religiosas, políticas y culturales. Testigo de distintos sucesos que han promulgado esta vía como un escenario básico para el desarrollo de una cultura ciudadana participativa. Hechos que a su vez dejan huellas y detalles que convierten a La Carrera Séptima en la calle más querida por los bogotanos.


 Por: Paula Vargas. Estudiante Comunicación Social y Periodismo. Universidad de Ibagué. 

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