Paciencia, la herramienta necesaria
«40 años, toda su vida, es lo que ha dedicado Bernayn Vargas a la agricultura, junto a su esposa, quien lo ha acompañado por más de 15 años»
El 6 de noviembre de 2019, desde las 8:30 a.m., Bernayn Vargas se encontraba ubicado en su ‘stand’ para enseñar algunos productos cosechados en su finca. Arracachas, granadillas, tomates para guiso y fríjoles conforman la selecta lista de exposición para el evento ‘Expofrutas’, detrás de ésta se encuentra una historia de perseverancia y aprendizaje.
Oriundo del municipio de Cajamarca, Bernayn Vargas llega al parque Belén, situado en Ibagué, Tolima, con el propósito de mostrar en el evento los productos emblema que él considera simbolizan su finca. Lo que diferencia a Bernayn de los demás, es que él representa a la Asociación de Productores Biorgánicos, factor por el cual trae un nuevo estilo de cultivo que protege al medio ambiente gracias a los productos que emplea, «hemos estado cultivando sin agroquímicos, utilizando unas tecnologías compuestas por biomoléculas inteligentes con nanotecnología. Esos productos son los que nos han estado ayudando a hacer control de arvenses, fertilizar, descompactar y desinfectar el suelo», mencionaba Bernayn mientras comentaba cómo la utilización de estos productos trae un aire de naturalidad en un mundo que está dominado por las industrias y los químicos.
40 años, toda su vida, es lo que ha dedicado Bernayn Vargas a la agricultura, junto a su esposa, quien lo ha acompañado por más de 15 años. Ellos se conocieron en la zona rural de Cajamarca, donde eran vecinos y poco a poco se cosechó el amor. Entre ellos, y ahora acompañado por sus dos hijos, se hacen cargo de la finca.
Sus estudios van hasta la primaria, pero la experiencia ha sido su principal formación durante el trayecto que lleva manejando la finca. Él aprendió de su padre y sus abuelos el arte del cultivo de semillas y el mantenimiento de dichas siembras, aunque también se ha enfocado en la investigación para mejorar su labor y recibe el apoyo de personas que le han brindado capacitaciones y talleres relacionados con la agricultura. Estas experiencias lo han llenado de conocimientos necesario para cosechar frutas y verduras, siempre apuntando a brindar la mejor calidad.
Cambio de chip
Para Vargas, el primer paso a la hora de sembrar es abrir la mente para así trabajar la tierra de formas no convencionales. La intoxicación de la tierra es una problemática presente a la hora de cultivar, de esa manera, Bernayn prefiere emplear diferentes técnicas para lograr una mejor producción a la hora de cultivar alimentos sanos, libres de toxinas. «Lo más importante en la cosecha es que lo hacemos con todo el amor del mundo. Recoger el fruto del esfuerzo de tantos meses, ese momento es donde nos reunimos toda la familia, nos integramos física y sentimentalmente gracias a ese hecho tan hermoso», menciona Vargas.
Como lo expresé anteriormente, él aprendió todo lo relacionado al campo de sus abuelos y padre, actualmente trabaja con sus hijos y esposa, sin embargo, cuando hay una cosecha de gran magnitud, se incorporan más personas para tener más apoyo y, por lo general, son amigos o vecinos.
Lucha por un comercio justo
En Cajamarca se realizó una consulta popular, que fue un tema que llegó a los ojos y oídos de un importante número de tolimenses y ambientalistas debido a un tópico: La minería ilegal en La Colosa. Esto lo afectó de manera positiva, pues debido a la victoria de la consulta se permitió abrir un nuevo comerció con la cadena de restaurantes Crepes & Waffles, a quienes él les vende arracacha.
El tema de la consulta popular estaba enfocado en la defensa del agua y en la tierra, se luchó por los derechos para preservar dichos recursos. Bernayn Vargas, al ser una persona dedicada a cuidar la tierra gracias a la conciencia ambiental que desarrolló trabajando en la agricultura, decidió apoyar esta causa, debido a que Cajamarca es productora de comida y una de las despensas agrícolas de Colombia. La minería que se planeaba en el municipio afectaba no solo el trabajo de los habitantes, si no todo su ecosistema.
La industrialización y la globalización han dado un golpe al mundo de la agricultura. Grandes cadenas prefieren comprar en otros lugares del mundo, dejando a un lado a los agricultores locales, sin embargo, para Bernayn Vargas, esto se puede cambiar de una manera, uniéndose los trabajadores del campo para crear grupos, asociaciones o pequeñas empresas para poder combatir el mal que afecta de manera inminente: la comercialización.
La paciencia hace al maestro
«Un cultivo de arracacha demora de 12 a 15 meses para comenzar a cosechar; el tomate se demora 3 meses para recoger; el frijol tiene un tiempo estimado de 6 meses y la granadilla toma 1 año para ser recolectado», narraba Bernayn. En esta práctica se encuentra la vida y el progreso de una región o de un país. «Del campo se desprende la vida, el alimento, la comida, el agua y el aire, de ahí proviene todo», para los ojos de Bernayn Vargas.
La dedicación y la paciencia son virtudes necesarias para lograr una buena cosecha, de igual forma, estar abierto a aprender del campo también es esencial. La cosecha brinda sabiduría y, si se realiza con amor, brinda un elemento esencial para la vida del ser humano: alimento. Es tedioso manejar un cultivo o varios, pero es el empeño y la consagración que funcionan como un motor para Bernayn Vargas y su familia para trabajar tantas horas y desde la madrugada solo con el fin de cosechar alimentos sanos.
«El cultivo le enseña a uno a ser siempre paciente, nunca se puede hacer las cosas con afán porque es imposible acelerar a la planta, eso es lo que le enseña la cosecha a uno», contaba Bernayn Vargas. Como agricultor ayuda a alimentar a miles de personas en la ciudad y está agradecido, pues su labor lo llena de orgullo y lo motiva para seguir trabajando con la misma pasión que el disfruta este oficio.
Realizado por: David Leonardo Benavides Espinel, estudiante del programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué.