Sergio Guerrero «Hay que gozar sufriendo»

«La vida es bonita y hay que gozar sufriendo, saber gozar sufriendo y hay que vivir cada momento y saber sacar adelante»

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Días antes al estar haciendo una búsqueda de migrantes junto a unos compañeros lo vi por primera vez. Fue el 14 de febrero del 2020 cuando cruzamos algunas palabras con el fin de pactar una cita para una conversación. Sergio Guerrero tiene un negocio en la Calle 64ª No. 22-06- Barrio Ambalá- Ibagué. Tortillería y taquería Don Nacho. Además de ser un lugar cautivador por la comida mexicana que ofrecen, el carisma y buena atención de su dueño el Sr. Sergio, hace sentir a gusto a cualquier persona que quiera saborear un poco de esta gastronomía.

Al día siguiente, lo espere un poco más de 10 minutos después de la hora pactada 9:30 a.m. y aunque la puntualidad como dice él es muy importante, por cuestiones personales no se dejaba de disculpar por su tardanza. Sin embargo, este 15 de febrero, fue la primera vez que se abrió y compartió conmigo, muy resumidamente, un poco de su historia. Semanas después tuve la oportunidad de volverlo a ver y también de probar los tacos de su negocio. Pero no fue hasta el 14 de marzo que abrió su corazón y compartió conmigo toda su vida.

Nicoll Miranda (N.M.): ¿Me puede contar un poco de su infancia Sr. Sergio?

Sergio Guerrero (S.G.): Yo nací un septiembre 24 del 64 en Monterrey México a las 3:15 de la madrugada. Yo vengo de una familia muy pobre, si, y mi padre era analfabeta. Mis padres nacieron en Coahuila y por cuestiones del destino migraron con mis tres hermanos mayores a Monterrey México, eran ellos pues todos unos niños no y luego duraron durmiendo a la intemperie [llanto], como dos meses durmiendo en la calle y es que nos tocó muy duro. En Monterrey nacimos 5 hermanos. Pero bueno, fue una infancia muy dura, […] y como era muy pobre la familia, vivíamos casi donde cantaba 'Tarzan', en la montaña, y nos tocaba en un cuartito 4x4 pequeñito, muy pobre, baño de lógica no había, había letrina comunitaria […] y pues fue una infancia en general para toda la familia muy triste… [sic].

N.M.: ¿Cuál es el nombre de sus padres?

S.G.: Martha Medrano y Alvino Guerrero. Papá era muy estricto, el mejor amigo que tuve en la vida, mi padre. Mamá, lo mejor mi madre [sic].

S.G.: Después de eso, papá consiguió trabajo en una clínica y bueno yo ya había nacido y no en hospital porque no había posición económica y nací con la partera en la casa y papá consiguió trabajito de barrendero, no sabía ni leer ni escribir y a pesar de que era analfabeto era inteligente. Ya para eso mi padre en el trabajo que tenía, nos proporcionó una casita más para vivir, el patrón donde trabajaba papá nos prestó una casa mucho más cómoda y grande y te comento que éramos tan pobres que un viaje lo hicimos todo a pie. Seguimos trabajando muy duro, nos bajaron del cerro, era la colonia más peligrosa, que ni la policía subía y nosotros vivíamos en la última chocita, pero ya éramos seis. De niño yo era el sexto de la familia y empecé a trabajar cuando tenía como 6 años [sic].

N.M.: ¿Cómo se llamaba esa colonia?

S.G.: La Colonia Independencia, la más famosa de Monterrey porque fue la fundadora de Monterrey [sic].

N.M.: ¿Cuál es el nombre de sus hermanos?
 
S.G.: Lucio, Jaime, Jorge QEPD, Martha, Horacio, yo Sergio, Susana y Rogelio. Todos estudiábamos y trabajamos y mi hermano el mayor decía que cuando grande quería ser médico para ayudar a las personas, él tenía una inteligencia, es decir, un don, era muy inteligente, a morir, en la escuela donde estudiábamos él fue el número uno y puso a nivel nacional la escuela como la mejor [sic].
 
N.M.: ¿En qué escuela estudiaban ustedes?
 
S.G.: José María Alvarado, un expresidente de la república.
 
S.G.: Papá nos quería dar a nosotros, pues como no había dinero, únicamente la primaria y pues de ahí a trabajar de albañiles, barrenderos, de lo que se pudiera. Salimos todos y luego a mi hermano le toco lo mismo, puso la secundaria en la número 1 y le consiguieron la beca, todo pagado y como todos íbamos de uno a uno 10 años, 9, 8 y así, papá «pues ni modo qué hacemos, la secundaria para todos no», y nos tocaba ir descalzos a la escuela, pero rico y bueno. Todos a la secundaria y papá y mamá trabajando mucho y nosotros también y todos estudiando [sic].
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N.M.: ¿Cuál era el nombre de la escuela secundaria? 
 
S.G.: Un nombre muy conocido, era General Emiliano Zapata, uno de los revolucionarios más grandes que tuvo México. 
 
S.G.: Resulta que a mi hermano, el mayor, en la preparatoria, una empresa le consiguió la beca para estudiar medicina en la universidad y ya papá cuando dijo pues ya ahora si una palabra muy… «pues que chingados hacemos Martha» le dijo a mamá, «que chingados hacemos, pues si este güey, pues todos tienen que ir a la universidad no, todos, todos» [sic].
 
N.M.: ¿Para qué universidad aplicaba la beca?

S.G.: Mi hermano entro a la Universidad Autónoma de Nuevo León, a la facultad de medicina, si, y luego mi siguiente hermano, papá lo obligo a que se metiera a estudiar medicina, porque como no había dinero, entonces papá quería que fuera médico para aprovechar los libros que eran muy caros. De ahí en adelante los que íbamos atrás ya teníamos la vocación de lo que queríamos ser. Licenciado en contaduría pública, química, lo que querían […] y pues salimos todos adelante, fue duro, duro, duro. Yo tuve que estudiar, triste pero bonito, la preparatoria teniendo 14 años en la nocturna y pues mis compañeros eran señores con 30 años, pero todo bien, porque todos llevábamos el perfil de que queríamos ser alguien en la vida. Fue una vida sufrida, pero productiva y es duro, éramos los más pobres de la Colonia y salimos adelante [sic].

N.M.: ¿Durante cuánto tiempo vivieron en la Colonia?

S.G.: Toda la vida. Mis padres, cosa triste, ellos nunca se quisieron salir de la Colonia, nunca, nunca. Entonces cuando todos fuimos creciendo, compramos una casa cerca del centro de Monterrey, pero nunca quisieron salir de la Colonia [sic].

S.G.: Más adelante ya todos éramos solteros y mi hermano el mayor tenía que irse para Japón a seguir sus estudios, había ganado otra beca, conoció a una colombiana dentro de la universidad, entonces como sabemos, se maneja todo el sistema, mi hermano ya tenía todo arreglado, le toco acelerar la boda [sic].

N.M.: ¿Dónde se conoció su hermano con la esposa?

S.G.: Ellos se conocieron en la Universidad Nuevo León allá en México. Ella es odontóloga, colombiana-ibaguereña y él estaba haciendo su residencia [sic].

S.G.: Ya casi para salir a mi hermano le llegó la mala noticia de que le habían tumbado la beca el hijo de una política, entonces el llamó llorando de México porque ya se encontraba especializándose en el DF, él ni siquiera fue a Monterrey a despedirse de la familia, andaba tan triste que voló directo. Mi cuñada, Aída Fajardo, tenía una posición económica estable y pues fueron, compraron aparatos y optaron por venirse a Colombia, a Ibagué [sic].

S.G.: Yo por cuestiones del destino, me casé, no me fue muy bien en el matrimonio, vino la devaluación de diciembre, el 'Error de diciembre', hubo mucha gente que nos afectó mucho económicamente, hubo muchos suicidios dentro del territorio nacional por las deudas. Total, así pasó. Yo no le echo a esto el problema de mi fracaso matrimonial, sino que simplemente las cosas no funcionaron en pareja [sic].

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N.M.: ¿Cuál es el nombre de su exesposa?

S.G.: Minerva. Y con Minerva, tuvimos una hija, Brizia [sic].

N.M.: ¿Cuántos años tiene Brizia ahora?

S.G.: Ella tiene 28 años ahora y es doctora [sic].

N.M.: ¿Dónde nació ella?

S.G.: Nació en Monterrey el 9 de septiembre del 91, pero cuando ella tenía un año, fue cuando de ante mano por la situación y todo, mi esposa decidió irse con su mamá y yo quedé solo, nos divorciamos y como a los 3 años me fui a EEUU [sic].

N.M.: ¿Cuántos años tenía cuando migró a EEUU?

S.G.: Como 30 años aproximadamente, jovencito no, porque me sentía ahogado y estaba echando mi vida a perder. Y me fui, […] yo hablé con papá que me ayudara, mi hermana Martha, vivía en Austin en Texas, porque se casó con un presidente y se fueron a vivir a Austin y yo le pedí que hablara con ella para que me diera asilo, posada […]. Yo después de haber sido una persona productiva en Monterrey, buenos trabajos y todo, me prepare para irme a EEUU y yo sabía que tenía que ir a agarrar la escoba a trabajar lo que fuera. Saque la visa, en un puente me la negaron, porque hay varios puentes, pero pues no soy pendejo, me la negaron en un puente, me fui para otro [sic].

S.G.: Llegué a Austin un sábado, desubicado, sin idioma porque no hablaba inglés y por las enseñanzas de nuestro padre yo me puse a limpiarle la casa a mi hermana y a cortarle el césped para ganarme la comidita. Ya el miércoles dije pues bueno ya vi como son, salí y había una construcción muy grande y fui y pedí trabajo allí en la construcción y desgraciadamente eran unos mexicanos de San Luis Potosí y la primera pregunta que me hizo el mexicano, si sabía de carpintería y mi respuesta fue objetiva no, «pues para clavar un clavo cualquier pendejo lo clava», me dijo, «te espero mañana», y empecé a trabajar y a torearme [sic].

N.M.: ¿En qué fecha llegó a EEUU?

S.G.: El 26 de agosto creo que del 96 [sic].

S.G.: Casualmente un diciembre, pues yo todavía no me ubicaba bien, trabaje de mesero, trabaje en cantinas, bares […], y yo seguí trabajando y casualmente a mediados de diciembre, después de 4 meses que llegué yo limpiaba una cantina en un lugar muy famoso en Austin que es la 6th Street, es una calle, la más famosa de Austin. Yo limpiaba una cantina gringa y casualmente vi cerca la bandera de México y me dio un gusto tremendo no y dije Consulado de México, yo no sabía que había consulado en Austin y Austin es la capital de Texas. Y pues yo nada pendejo dije, «ahí voy, el que persevera alcanza», me compré una corbata y el lunes amanecí en el consulado [sic].

S.G.: Con la frente en alto dije que era de Monterrey, que tenía 5 meses de haber migrado de México y que, si necesitaba una persona de lo que fuera, con muchísimo gusto y casualmente, yo no sé Diosito ha sido muy benévolo conmigo, me dijo la canciller «permítame un segundo» y yo «muy amable» y me dijo «pásele» y me atendió el cónsul alterno, ósea el segundo jefe abordo y pues yo me sé desenvolver, no hablaba inglés y sé manejar a la gente y le caí pues muy bien y cuando me entrevistó me dijo, «mira tigre lo que puedo hacer es sacarte una entrevista con el jefe, el cónsul general, no más» y le dije, «pues yo voy ganando», «mañana te presentas a las 8:00 a.m.» [sic].

S.G.: Por lógica había mucha gente detrás de mí que quería el puesto, y recomendados por los mismos empleados del personal que laboraba. Yo toda esa noche no pude dormir, no por sueño, sino pensando en que tenía que ser objetivo y tajante en las preguntas y respuestas y llegar a lo que yo quería. Fui a la entrevista, me presenté con el cónsul y le caí bien al jefe […], entonces me dijo «mira, yo te voy a dar 3 meses de prueba» y que dije yo, «ya chingue, ya chingue», ya casi estaba contratado y sin papeles, entonces me dijo que si yo en esos 3 meses le demostraba, me daba todas las prestaciones y la visa de diplomático, y yo «cónsul, promesa», y me dijo, «pero la objeción, yo no te estoy contratando, te doy 3 meses, si en esos meses me sirves sino, te vas», y yo le dije, muy inteligentemente, que él no necesitaba tres meses para saber si le funcionaba, que si yo no le servía en 15 días adiós y no me pague. Entonces se quedó él con mi seguridad, yo era el brazo derecho de él y a los 8 días me dijo, me habló, «Sergio pase a la oficina» y dije yo, «ya valió madres y me dijo, «yo no sé qué le diste a mi familia, pero ya despreocupate de los tres meses, ya el trabajo es tuyo, la familia te aprecia mucho, no me falles» [sic].

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N.M.: ¿Cuál era el nombre del cónsul?

S.G.: Roberto Gamboa Mascareñas. Ya después lo trasladaron a él y como yo era un muy buen elemento dentro de la oficina, quedaba encargado el segundo cónsul, el alterno […], me habla el segundo cónsul, «Sergio pasa a la oficina» y le digo yo «¿qué paso?» y me dijo, «mira Sergio, este desgraciado abusó mucho de ti […] yo quiero que toda esta semana me arregles toda la bodega, los carros y a partir del lunes, tienes que venir con corbata y te vas al Departamento de Protección». Ya ascendí de puesto, me tocaron casos muy bonitos y ayudé a mucha gente en el departamento [sic].

N.M.: ¿Cuál era el nombre del segundo cónsul?

S.G.: Vicente Sánchez [sic]

S.G.: Posteriormente, seguí trabajando y yo tenía planeado irme para Europa, a hacer un viaje largo, y dije, ¿a qué chingado tienes que ir a Europa?, si siempre quisiste conocer Colombia, correcto, tienes hermano en Colombia, pues sería una falta de respeto. Inmediatamente le hablé a mi hermano y Lucio preocupado que, si había algún problema y le dije «no güey, lo que pasa es que, ¿vas a estar este diciembre en Colombia?», «si güey», «porque te voy a ir a visitar, de veras güey»… «Sergio, ¿te compro el boleto?», «no Lucio, solo quería llamar a confirmar» y efectivamente me vine a Colombia [sic].

N.M.: ¿En qué fecha llegó a Colombia? 

S.G.: Me vine el 22 de noviembre del 2007, para regresarme el 11 de diciembre. Muy bonito Colombia, conocimos partes y excelentísimo todo. La pasé muy rico y tres días antes de irme, la familia de mi hermano, que yo no conocía a todos, iba a hacer una reunión en un restaurante español de acá de Ibagué. Y dije yo pues mejor no voy y le dije «no Lucio, es una comida familiar, vayan ustedes», y me dijo «Sergio, te verías muy grosero porque aparte la reunión se organizó porque tú te vas el domingo». La cuestión es que llegamos y se reservó el restaurante para una familia muy reconocida aquí, los Fajardo, constructores [sic].
 
S.G.:Al llegar, casualmente, no sé si lo hicieron o no lo hicieron, me sentaron al lado de una señora, muy elegante, la que es actualmente mi esposa, que casualmente también, cuando mis padres vinieron, de las veces que estuvieron acá en Ibagué, se hicieron muy amigos de ella y papá iba todos los días al consultorio de ella a tomar café, pero yo no sabía nada de eso. Ella viuda de hace muchos años, casi recién casada enviudo y nunca se volvió a casar ni nada. Ya cuando llegamos, nos sentaron juntos. Para esto, la Sra. días antes había tenido un accidente en Coveñas y se dislocó la clavícula y pues yo la vi a ella batallando con su comida, yo había pedido salmón y ella carne, y yo le dije «te ayudo» y ella «si claro» y resulta que acabamos dándonos la comida a boca y compartiendo la comida [sic].
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N.M.: ¿Cuál es el nombre de su esposa?

S.G.: Lucia Rubio[sic].

N.M.: ¿Cuántas veces habían venido sus padres a Colombia?

S.G.: 4 veces ya [sic].

N.M.: ¿Lucia es pariente de Aída?

S.G.: Si, mi hermano está casado con Aída y el hermano de Aída está casado con la hermana de Lucia [sic].

S.G.: De ahí ya, nos fuimos los de la reunión a bailar y eso era un viernes y yo me iba para EEUU el domingo y ya desde el viernes no nos separamos hasta el domingo y pues la pasamos muy bien, yo me fui muy cautivado con ella y con su elegancia como persona, con su sencillez, con su humildad, con… vaya, hay muchas cosas que son más bonitas que la belleza. Yo viaje el diciembre 12, día de la Virgen de Guadalupe y como el 20 de diciembre yo quede muy impactado con una llamada que me hizo mi madre y me dijo que si era cierto que había conocido a la doctora Lucia y yo «si mamá», «y que tuviste una relación con ella» y yo «si mamá» y me dijo «Sergio, tu papá va a estar muy feliz en el cielo porque Sergio, es una Sra. excelente, conocí a los papás de Lucia, a la hija de Lucia, no Sergio, es una oportunidad que Diosito te está brindando». Y me impacto, y me dijo «tu papá mira, todos los días iba con Lucio al consultorio, y todos los días dejame ir con la doctora Lucia, no Sergio, no, aprovecha» [sic].

S.G.: Y me impactó la llamada de mamá no, porque pues si me llevaba muy buena imagen de Lucía, pero el tiempo que la había conocido era muy poco, 2 días. Pues le hable y ahí me le declare, por teléfono [risas] y le dije que nos diéramos la oportunidad y todo de ver, que yo no era una persona perfecta, que tenía mis defectos y x, ya en Semana Santa Lucía estaba conmigo en Austin Texas y aunque iba por dos semanas, duro 4 meses conmigo y ya, ya empezamos [sic].

S.G.: Por cuestiones del destino y de la vida, yo no era diplomático, tenía visa diplomática, pero no era de carrera, entonces mientras yo trabajara para el gobierno, yo iba a salir realmente del país, pero yo dentro de mi visa, le podía otorgar la visa a Lucia, pero que es lo que pasa, que de ahí a que yo me saliera del Consulado, o llegara un cónsul y me corriera, pues difícil. Pero en ese entonces Lucia estaba pasando por un momento muy difícil en su vida, su padre estaba muy grave, entonces pues ya teníamos casi 4 años que yo venía para acá, ella iba para allá si, era complicado y optamos por venirme yo [sic].

N.M.: ¿Cuándo llegó acá a Ibagué?

S.G.: El 9 de septiembre del 2011 [sic].

S.G.: Cuando llegué a Colombia pues difícil, porque yo no podía ejercer mi carrera y yo sabía, porque pues no podía comparar la economía de Colombia con la de México y EEUU. A pesar de que mi esposa tiene un negocio muy fructífero, pues yo tenía que venir a trabajar y tenía que analizar, legalizar muchos detalles, muchas cosas, papeles de la carrera, pero yo no me quería dedicar a eso, yo quería abrir mi propio negocio y lo abrí y fracase, porque no tenía el producto que yo necesitaba. Sin embargo, baje muchos escalones y eso me enseñó a que tenía que seguir luchando, y si yo fracase en ese negocio, tenía que luchar. A base de eso seguí luchando, me fui a trabajar a la finca de la familia, no es lo mío, pero tampoco podía vivir de mantenido si, tenía que trabajar y tenía que producir. Posteriormente, me fui a trabajar al negocio de mi esposa que es un negocio de estética. La familia, todos son médicos, hay cirujanos y todo y hay que hacer todos los post-quirúrgicos y ella me ofreció que, si quería trabajar con ella y pues claro, de algo tenía que vivir [sic]. 

N.M.: ¿Qué carrera tiene?

S.G.: Soy licenciado en Contaduría Pública y Administración [sic].

N.M.: ¿De qué fue su primer negocio?

S.G.: Un restaurante de comida mexicana ubicado en la calle 5ta [sic].

S.G.: Ese fracaso que tuve me dolió, pero tenía que luchar, entonces empecé con las tortillas y mi madre QEPD, le llamaba «mamá, voy a hacer el nixtamal, ¿qué hago?», y ella me decía «hazlo así güey» y yo «no mamá, me salió mal» y decía, «¡ay! Pendejo, la embarraste animal». Y total, fue un proceso, hasta que inclusive, aclaro, yo empecé haciendo la tortilla con la tabla de cortar el tomate y la cebolla y ponía un plástico en el piso, ponía la bolita que es muy parecida a la de la arepa y ponía la tabla y me paraba arriba y quedaban terribles pero lo que yo quería era llegar al producto. Pero a base de muchas cosas y con el apoyo de mi madre, empecé, y de esas tortillas feas que hice, logré vender [sic]. 

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S.G.: Luego compre una tortillera, que se llaman en México, para hacer la tortilla mexicana, pero manual y excelente, y empecé. Luego traje de México una maquina manual y empecé con la máquina, por lógico el trabajo que hacía con la tortillera manual, hacia 60 tortillas en dos horas y con la máquina que compre, pues ya hacia 200 tortillas en una hora y lógico, empecé mi mercado y empecé a vender en los negocios, se dice mexicanos, pero no son mexicanos, simplemente venden productos mexicanos  y me compraban y ya me hablaban «Sergio, necesito tantas tortillas». Yo seguía trabajando con mi esposa en su negocio y después de eso, le dije a mi esposa que ya no podía trabajar tiempo completo porque ya tenía otras cosas [sic]. 

S.G.: Después de seguir trabajando y luchando, le dije a mi esposa ya no puedo trabajar para ti porque yo ya estaba caminando en el negocio. Posteriormente seguí y me dije, «que pendejo eres güey, ya tienes el producto, abre tu taquería», no era lo mío, pero cuando seguí, me di cuenta que me equivoqué en mi juventud de carrera porque si hubiera sido un chef, hubiera sido uno de los mejores. Pero bueno, nunca es tarde y me dediqué a eso, abrí la taquería y cuando empecé pues me di cuenta que este era mi amor porque yo gozo haciendo lo que hago. Dentro de la finca de la familia, me puse a cultivar chile y lo mío es solo aquí [sic]. 

S.G.: Cuando abrí la taquería fue muy duro, gracias a Dios pues dentro de todo lo duro nunca me di por vencido, lloré sangre y seguí luchando porque posicionar un negocio es muy difícil, pero a los colombianos les gusta mucho la comida mexicana y la gente cuando viene aquí, que no es mi taquería sino la de los clientes, pues se da cuenta que es comida autentica mexicana. Ahora tengo planes de abrir otros puntos en El Vergel y en Cali [sic]. 

N.M.: ¿A qué se debe el nombre Tortillería y taquería Don Nacho?

S.G.: La historia es bonita, porque te comento yo vendo tortillas a los restaurantes, pero la gente no me conocía, o el mexicano o el Sr. de los nachos, entonces cuando hablaban, que no tenemos nachos, se acabaron los nachos, hablale al señor de los nachos, ¿cómo se llama?, don Nacho, don Nacho necesito nachos, don Nacho […]. Yo estoy agradecido con Colombia, siempre tengo que agradecer al país que me abrió las puertas y todo, la gente es hermosa, conozco gran parte de Colombia he viajado mucho [sic].

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S.G.: Vengo de una familia muy humilde pero muy productiva, todos, todos los sobrinos son profesionistas, todos. Ósea lo que creo papá y mamá con esa humildad, esa sencillez, esa pobreza, esa ternura. Yo siempre le digo a la gente, lo más importante, lo más importante porque fue lo único que nosotros recibimos de nuestros padres, fue puro amor y el amor mueve todo, el amor te hace tumbar barreras y barreras que son difíciles, pero si las puedes derribar y eso es lo mejor [sic].

S.G.: Papá después de solo querernos dar primaria, nos hizo profesionistas y allá donde trabajaba papá, los médicos se quejaban y decían que como el barrendero tenía a 6 hijos en la universidad, no es fácil, pero hacer el sacrificio que hacíamos todos. Éramos uno para todos y todos para uno. A meterle duro, pero bonita, porque la vida es bonita y hay que gozar sufriendo, saber gozar sufriendo y hay que vivir cada momento y saber sacar adelante. Mi padre y mi madre los últimos años de su vida, mira, felices, felices porque criaron una familia y vamos a EEUU, vamos para acá, vamos para allá y todo pagado, todo, todo [sic].


Realizado por: Nicoll Tatiana Miranda, estudiante del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué.


 

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