‘Generación de cristal’

 Generacion de cristal 1

 Tomada de Semana.com

La risa que nos producía burlarnos de lo nuestro, de un narco-Estado, del desparpajo de nuestros próceres corruptos para usar las arcas del Estado como un comodín de vida en Miami y otros destinos tropicales; esos y otros temas más, eran los que el señor Jaime Hernando Garzón Forero usaba de manera teatral y a veces circense, para que las generaciones nacidas desde la muerte de Jorge Eliecer Gaitán en adelante entendieran que nos estaban robando un país.

Cuando en Colombia pensábamos en abundancia e igualdad social, pensábamos en partidos políticos y su misión para proveernos las condiciones básicas de vida y dignidad —mínimo vital lo llama la jurisprudencia—. Las personas creían ciegamente en ellos: los políticos, aquellos que en nuestra patria se pavonean como ‘rockstars’. Era un privilegio si eras merecedor de una camiseta con su fotografía impresa. Los colores de su partido generaban el paroxismo necesario para que nuestros padres sacaran a la calle su carro viejo y cantaran arengas alusivas a quien pensaban, sería un redentor económico y social; quien, además, les parecía simpático y «bien hablado», diría mi abuelo.

Sólo teníamos dos canales de televisión, canal 1 y canal 2, máximo un televisor por vecindario, y quien lo poseía era merecedor del respeto y la admiración por parte de los vecinos. La información que se entregaba sobre este ‘prócer’, era la única con la que podían contar nuestros padres y nuestros entrañables abuelos. Nunca fue su culpa; «principio de buena fe» es el término que usa la Corte Constitucional.

La fe se fue perdiendo, se empezó a camuflar entre ‘polvo de estrellas’ blanco. Llegaron los 80 y, con ellos, un sinnúmero de promesas de globalización, apertura y prosperidad. Lo que veíamos en televisión, ese ‘American dream’ cargado de autos nuevos, electrodomésticos útiles y salvadores de nuestro preciado tiempo, se fueron convirtiendo en un ideal de vida. Esta década trajo una promesa fallida de Mundial de fútbol, trajo consigo a los futuros delfines y compañeros de gabinete, desastres naturales, la toma de un palacio en donde no había justicia, y hasta un papa nos visitó. Esta década trajo de todo: rumores de una tercera guerra mundial, rumores de que lo taiwanés era de mala calidad, equipos de fútbol al mejor estilo de súper campeones, financiados con el ‘polvo de estrellas’. Pero la información que llegaba a los nacidos en esta década seguía siendo la misma: unos canales de televisión financiados por las mismas maquinarias empresariales y políticas, además de una televisión por cable, conocida en el argot popular como ‘parabólica’, que empezaba a convertirse en un privilegio exclusivo para pocos.

Los 90 empezaban a desnudar unas carencias sociales, la información era más amplia, el dinero del ‘polvo de estrellas’ empezaba a financiar a estos ‘próceres’. Aparecieron ocho mil maneras de gobernar, sin embargo, los delfines nadaban entre casetes y cintas desgastadas por sus padres. ‘Convivir’ significaba la ley del talión, las leyes empezaban a modificarse, al igual que las 100 maneras de curarse de una enfermedad, una hora extra se volvió injusta, y una nocturna, diurna.

Un abogado egresado de la Universidad Nacional empezó a impartir justicia con sus mordaces comentarios hacia los corruptos. Los ‘próceres’ del momento le temían, no sólo por su intelecto y locuacidad, sino por su capacidad y lúdica para que todo un país entendiera en manos de quien estaban. Las horas nocturnas de los domingos llegaban llenas de conciencia, de un posible despertar. Uno de los dos únicos medios para informar someramente sobre lo que pasaba en Colombia le dio al señor Jaime Garzón una hora para que se mofara de la desgracia gubernamental y del patetismo patriótico de estos amañados en el poder. Las vendas que Jaime estaba quitando no producían ningún dolor, todo lo contrario; provocaban risa… y esa era su arma más letal. A quienes no lo conocieron o no saben quién fue, ¡adivinen qué? Lo mataron… sí, terminando el milenio, un 13 de agosto de 1999 silenciaron la voz de los que no podían hablar y que pedían a gritos un cambio; y aunque no era el encargado de darles ese cambio, les daba la esperanza que de pronto algún día despertáramos y nos diéramos cuenta de lo ciegos que habíamos sido para no ver lo que parecía tan visible.

Generacion de cristal 2 Tomada de Caracol.com.co

Con el cambio de milenio empezaría el verdadero cambio, pues comenzaban a nacer todos aquellos que hoy inundan las calles, aquellos jóvenes que son cámaras andantes, que no tragan entero y que tienen la información a un segundo de ser transmitida; aquellos jóvenes a los que no puedes ocultarles cifras de desigualdad en un país que cada día se sumerge más en el lodo de la injusticia social, y que está gobernado por maquinarias viejas y oxidadas. Unos jóvenes que no quieren envejecer haciendo lo mismo: porque lo mismo los desgasta, los envejece, los nubla a nuevos horizontes, les cercena la creatividad, la ilusión de ‘comerse el mundo’. Esos jóvenes a los que no puedes taparles con un partido de fútbol o con un tamal que en Colombia la desigualdad está acabando con la dignidad.

Hablemos ahora de la palabra «desigualdad», un término que en nuestro país está más fresco que nunca.

La desigualdad en el mundo se mide con el coeficiente o índice de Gini, que es un número entre 0 y 1, donde 0 corresponde con la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y donde el valor 1 corresponde con la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno).

La concentración de la riqueza y la diferencia en los ingresos es abrumadora. Veamos cómo está Colombia respecto a este indicador:

AÑO

ÍNDICE GINI

2017

0,50

2018

0,51

2019

0,52

2020

0,54

 

Así están los ingresos para las personas en Colombia: quien menos recibe, está en un ingreso promedio mensual de 261.000 pesos colombianos. Y, quien más recibe, tiene un ingreso promedio mensual de 8.868.000 pesos. Estamos hablando de que recibe 34 veces más de acuerdo a las cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), 2020.

Obviamente, hay personas que ganan muchísimo más, pero esto es sólo un promedio mensual entregado por dicha entidad.

Según la misma institución, el 42.5 % de los colombianos se encuentran entre la pobreza moderada y la extrema. Pero eso no es todo: hay que sumarle el 30.4 % a la población que ellos denominan como vulnerables —que están a un punto de ser pobres—.

Esto nos dice que el 72.9 % de los colombianos están en una condición de pobreza y vulnerabilidad. En términos más coloquiales, de diez colombianos, entre siete y ocho son pobres o están en condición de vulnerabilidad. O sea, estas cifras que nos entrega nuestra principal institución de estadística nos arroja esta vergonzosa cifra: 35 millones de colombianos son pobres o vulnerables. ¡35 de 50 millones!

 

¿Quieren más motivos para apoyar a la generación del 2000?

Miremos entonces la Encuesta de Pulso Social del DANE en época de pandemia. Hay ocho millones de hogares en las 23 ciudades principales del país:

Comen 3 veces al día

6,3 millones de hogares.

Comen 2 veces al día

1,7 millones de hogares.

Comen 1 vez al día

179.000 hogares.

No tienen para comer

23.701 hogares.

 

Pero como el índice GINI sólo mide la desigualdad, revisemos la calidad de vida en nuestro país. Cuando menciono la palabra: «calidad de vida», me refiero a los servicios básicos.

 

Encuesta de calidad de vida

 

SERVICIOS PÚBLICOS

VIVIENDA

INTERNET

ENERGÍA: 98.1 %

Hogares que cuentan con ella.

El 41.6 % tiene su casa paga.

En el 2018 52.3 % de los hogares tenía internet.

GAS: 64.5 %

Hogares que cuentan con este servicio.

El 35.7 % está pagando arriendo.

En el 2019 51.9 % tenía internet.

Acueducto: 87 %

Hogares que cuentan con agua potable.

El 4.6 % está pagando su casa.

En vez de subir los porcentajes bajaron.

Alcantarillado: 74 %

De hogares que cuentan con este servicio.

El 14.4 % está sin pago y el 2.2 % está en posesión sin título.

 

 Fuente: Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), 2019.

 

No se llenen de emoción y optimismo, porque estas cifras que acaban de leer no incluyen las zonas rurales de nuestra geografía colombiana. Imagínense cómo estarán esos lugares en donde deben caminar durante horas para recoger un litro de agua. Los datos consignados en la anterior tabla no incluyen estas olvidadas zonas, de incluirlas; creo que nos iríamos en negativo.

Salud

¡Vamos desmejorando! Gracias. En 2018, el 93.6 % tenía cobertura en salud, pero, como nuestro país pareciera retroceder por culpa del dinero que algunos extravían y aquel que los fiscales anticorrupción corrompen, en 2019, esa cobertura bajó al 92.8 %, según datos del DANE, 2018.

Educación

El DANE hace una medición de cuántos años estudiaron las personas según su edad:

EDAD

TIEMPO DE ESTUDIO

Entre 15-20 años.

10 años.

Entre 25-34 años.

11 años.

35 en adelante.

8 años.

 

Como pueden darse cuenta, muchas personas sólo llegaron hasta octavo de bachillerato y la educación superior no se asoma dentro de estos rangos.

Empleo

Por la pandemia, en el año 2020 esta cifra llegó a un nivel del 15.9 %.

Personas ocupadas

21.409.000

Personas desocupadas

3.305.000

Inactivos

15.370.000

 

Las personas a quienes el DANE se refiere como «desocupados», cabe anotar que son económicamente activos, pero perdieron su empleo.

Estos datos aquí plasmados y proporcionados por una institución de nuestro Gobierno son la radiografía de un Estado en cuidados intensivos y sin poderlo llevar a una UCI, porque no hay camas disponibles.

Generacion de cristal 3 Tomada de ElDiario.es

 

No es culpa del actual presidente Duque, no lo es tampoco de su antecesor. Hay un desangre estatal de años, el cual ha engendrado una cultura de facilismo, clientelismo y, peor aún, un nefasto populismo.

La buena noticia es que estos jóvenes que algunos medios estigmatizan y que las redes sociales de ultraderecha tildan de ‘vándalos’, ‘generación de cristal’, entre otros términos peyorativos, son ellos los que están logrando lo que ni su abuela, su abuelo, su papá y su madre lograron. Se atrevieron a alzar la voz contra un sistema de canallas que son capaces de comprar objetos de lujo para sus esposas con la plata de la hemofilia. Se cansaron de aquellos vándalos que son capaces de llevar a sus hijos al colegio como grandes padres, después de haberse repartido una refinería. Se cansaron de esos que van a misa católica al lado de un procurador a pedir que los niños del ICBF no coman mucho para ellos poder ir a las tiendas de Miami en diciembre sin escatimar gastos. Se cansaron de esos que se reparten los contratos en El Nogal y cuyas comisiones pagaremos todos. Se cansaron de aquel que se pensiona de cuenta de un millonario robo y luego paga tres años de prisión; mientras ellos deberán trabajar hasta los 62 años para tener una pensión —si no suben la edad—.

Jaime Garzón murió una fría mañana capitalina. Dice el reporte de criminalística que sus manos descansaban sobre sus muslos, su cabeza quedó inclinada hacia la ventana izquierda del automóvil. Con Jaime murió la voz de la calle, del que trabaja por el diario. Narra el detective que hizo el levantamiento, que, al lado del cadáver estaba su caja de embolar zapatos, aquella que tantas veces usó Heriberto de la Calle —su personaje—, para decirle a los ladrones en su cara la clase de hampones que eran. Estoy seguro de que Jaime estaría orgulloso de estos jóvenes que están despertando y alzando su voz por un país que se cansó de ser silenciado por las balas y que si esa modalidad les funcionó a algunos: esta vez no les alcanzará la munición, porque el cristal parece frágil, pero es un sólido perfecto; a diferencia del vidrio, que presenta una estructura irregular, como el vidrio usado para fabricar las gafas de la generación que no pudo ver.

*El contenido aquí plasmado corresponde a la opinión personal del columnista y no involucra la línea editorial de este medio de comunicación.


Realizado por: Pipe Vallejo, estudiante del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué.


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