Reportaje gráfico: Los Rostros de Oro
Los sonidos colombianos conquistaron a los asistentes del Festival de Música Mangostino de Oro. La marimba representó la sabrosura del Pacífico. La guitarra, el tiple y el bajo, concedieron el toque tradicional. El acordeón brindó el show final. Tanto solistas como dúos y tríos, se adentraron a lo largo de una antesala que sería el lugar más privado para los artistas. Allí, algunos músicos repasaban la melodía, otros, concedían entrevistas, incluso, tomaban cierta clase de ‘aromática’ que contenía un poco de ‘algo’ denominado JackDaniels. En tarima, la interpretación y la personalidad de cada uno de los músicos sembró sorpresa y una grata impresión para mariquiteños, turistas y periodistas.
La gente tarareaba las canciones. Un hombre servía como apoyo para quienes subían y bajaban las gradas, mujeres y hombres describían las presentaciones, unas con mayor fuerza que otras y mejor impresión… Los chiflidos no se hacían esperar cuando la producción escénica fallaba, los cantos subían con la energía del artista, los bailes no daban espera cuando géneros como la salsa y el vallenato aparecían acompañando a los invitados especiales, pero, ante todo los aplausos ensordecedores daban cuenta de donde estábamos, ¡Sí! Mariquita, Tolima; en donde el público es descrito como uno de los mejores del país, o mejor aún, es el público del Festival Nacional de Música Mangostino de Oro.
Emotivo, eufórico, y atento, así se encuentran siempre los espectadores del Festival, no importa si es en la mañana con el Mangostinito, si es media tarde con el almuerzo, o si es noche con el show principal, el ambiente siempre es el mismo ¡EUFORICO!
El jurado principal es el encargado de calificar los parámetros técnicos, pero el canto paga otras cosas, el público es la máxima exigencia, no se les escapa un solo detalle, y los artistas lo saben, porque, aunque la decisión esté en manos de cuatro personas, el convencimiento deben hacerlo sobre miles, y eso es lo que más pesa.
En el palco, en las gradas o a las afueras del coliseo Humatepa, se respiraba un mismo aire, un aire caliente, un aire de fiesta, un aire de Mangostino, un Festival que seguirá predominando, porque, aunque no se pagué un peso por entrar al evento, este se sigue sosteniendo, a lucha, a pasión, sencillamente en el Tolima si se encuentra un espacio que vale oro.
Realizado por: Edgar Leonardo Silva y Jorge Montaño, estudiantes del programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué.